Actualmente son numerosas las oposiciones que exigen superar uno o varios cuestionarios con respuestas alternativas, siendo sólo una de ellas correcta, sobre la totalidad o parte del programa.
El índice de dificultad de estos exámenes depende de varios factores. Los principales son:
· El nivel de las propias preguntas planteadas por el tribunal. Sin duda, algunas son muy exigentes, mientras otras son muy sencillas.
· La extensión de las preguntas. Las muy largas, tanto en su enunciado como en sus respuestas, dificultan su comprensión y, por tanto, sus respuestas son más lentas, además de más difíciles. Por lo tanto, su dificultad aumenta al cruzarse con el factor tiempo.
·El enfoque de las preguntas: si el temario lo permite, estos exámenes pueden enunciar un pequeño supuesto práctico que debe resolver, lo que ralentiza la contestación global del cuestionario.
· La semejanza de las respuestas: algunas son casi idénticas, diferenciándose tan sólo por una palabra o una conjunción copulativa que cambia el sentido de la respuesta.
Para que una prueba se pueda considerar como objetiva debe reunir estas dos características:
1.ª Brevedad de la respuesta, que puede consistir en hacer una señal, rodear una letra con un círculo, completar un texto con una palabra, un número, una frase, etc.
2.ª Exactitud de la corrección. La respuesta es evaluada mediante una clave, de modo que esta evaluación puede ser hecha por cualquier persona o, incluso, por algún procedimiento mecánico.
Para la realización de estas pruebas objetivas quizá le sean útiles algunas reglas:
1.ª Estudiar con regularidad y con ahínco los temas desde el principio. Sin duda, esta es la llave que le puede abrir la puerta de un empleo público.
2.ª Concentrarse al máximo. Una vez que comienza el examen, para usted deja de existir todo lo demás.
3.ª Hojear todas las preguntas del examen.
4.ª Planificar el tiempo.
5.ª Leer detenidamente las instrucciones impresas en la portada o al principio de cada pregunta o en la convocatoria de la oposición. Sobre todo, debe tener claro si las respuestas erróneas descuentan (es lo habitual) o no; si no descuentan, responda a todas; si descuentan, deje en blanco aquellas que desconoce totalmente (suelen descontar un tercio de punto, es decir, cada tres errores restan un punto). Pongamos un ejemplo: le han aplicado un examen de 100 preguntas, de las que ha acertado 79, y ha errado 21; su puntuación, pues, será de 79 – 7 = 72, ya que los 21 errores le descontarán 7 puntos.
6.ª Dejar sin respuesta aquellas preguntas que no sabe, ni puede deducir su respuesta de ninguna forma. Las omisiones (preguntas sin responder) no penalizan (evidentemente, tampoco suman como aciertos). Nuestra experiencia indica que, por muy buena que sea la preparación, suele haber un pequeño porcentaje (a veces llega al 10%) de preguntas que o no se entienden, o no se sabe responder, o están confusamente redactadas, o admiten doble interpretación, o no tienen la respuesta correcta, o incluso están fuera del programa exigido... Por lo tanto, no se preocupe si deja alguna pregunta sin responder, siempre que sean muy pocas.
7.ª Si se equivoca, ¿qué debe hacer? ¿Borrar? ¿Tachar? Este detalle debe indicarse en las instrucciones. Si no es así, pregunte a quienes vigilan el examen.
8.ª Leer el enunciado de cada pregunta con la máxima atención para desentrañar su significado. A continuación, antes de leer las opciones de respuesta, respóndala mentalmente. Seguidamente, compruebe en qué opción (a, b, c, d) se encuentra, y márquela. Pero, si no encuentra su respuesta entre las opciones, vuelva a leer el enunciado, por si no lo entendió bien; si ahora tampoco coincide, utilice la técnica de la exclusión: algunas respuestas son claramente falsas, con lo cual le pueden quedar sólo dos o una respuesta.
9.ª Fijarse bien en el enunciado de las preguntas. Algunas palabras suelen dar pistas para la respuesta: «siempre», «frecuentemente», «a menudo», «a veces», «rara vez», «nunca», «todos», «la mayoría», «algunos», «cada», «pocos», «ninguno», «óptimo», «mejor», «bueno », «regular», «malo», «peor», «mayor», «más», «igual», «diferente », «inferior», «menor», etc. Son las llamadas palabras-clave.
10.ª Responder a las preguntas que sepa, por orden. O mejor por tandas: primero aquellas de las que esté seguro; después, las dudosas; finalmente, las más difíciles.
11.ª No elegir una respuesta sin haber leído las demás: quizá se de cuenta de que la correcta es otra.
12.ª No detenerse demasiado en una pregunta. Si duda, pase a la siguiente, para que le dé tiempo a responder a todas las que sabe. No pierda el tiempo. Trabaje deprisa, pero también seguro.
13.ª Repasar toda la prueba, tratando de responder todas las preguntas dudosas dejadas en blanco inicialmente. En este repaso quizá se percate de algunas respuestas erróneas y pueda modificarlas.
14.ª Si tiene dudas, no cambie su primera respuesta, que suele ser la correcta.